Me tomó
de la mano, yo conducía, yo llevaba el control o al menos eso creía. Sujeto
primero mi dedo meñique como si fuera a cerrar una promesa y justo pactada la
promesa entrelazó sus dedos con los míos, me tomó de la mano.
Sabía muy
poco de su vida, sabía menos de la mía, pero en ese momento sólo de una cosa
estaba segura: algo había comenzado. Algo nuevo, algo bueno. No pude evitar
sonreír, Dios que estúpida me he de haber visto.
Y bien,
¿ahora qué? ¿Todo fue a causa del alcohol o acaso esto tiene que ver con lo que
muchos llaman “amor”? Si estuvo mal, fácil: estaba ebria, si estuvo bien, lo
admito: me gusta; pero al final bien me dijo mi abuelo “lo que se hace por amor
está bien hecho”.
–
Erika Boté
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