Hay canciones que
tienen la combinación perfecta de diferentes sonidos que, sin darte cuenta, te
llegan justo a donde no debían llegar. Tocan tu oído, acarician tu piel y
estrujan tu corazón. Canciones de canciones, de las que te hacen llorar de a
poco y que te hacen sentir de a mucho.
Sin darte cuenta,
liberas aquello que no sabías que tenías guardado. Y se te saltan las lágrimas,
se te corta la respiración y te duele el pecho. Sientes más de lo que creías.
Te preguntas si alguna vez serás capaz de soltar esto y volver a coger un poco
de aire. Que tus costillas abracen un poco menos tus pulmones y que a su vez,
tu corazón tenga un poquito más de espacio. Y es que sin darte cuenta, estabas
rompiendo pedacito por pedacito tu corazón, ya se le comenzaban a ver unas
cuantas grietas.
Ahora toca restaurar
los espacios, remendar tu corazón. Llenar esas grietas con alguna nueva
adicción, alguna nueva emoción. Hay canciones que después de haberte dejado sin
aire, estrujándote el corazón, también te ayudan a reconstruirlo, a limpiarlo, a enamorarlo una vez más.
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