Pensando un poco
sobre lo que es el amor hoy en día, me doy cuenta que, la tecnología ha venido
dañando muchísimo las relaciones. Está claro que según sea la persona pues el
uso de la tecnología es una bomba de tiempo.
Antes seguramente
los índices de divorcios eran bajos. Y es que si nos ponemos a pensarlo,
¿cómo se podría serle infiel a alguien en aquel entonces? Era quizás toda una
aventura, y si se era capaz de correr el riesgo es porque probablemente se
estaba enamorado de esta otra persona.
Al no haber ningún
medio de comunicación más que el antigüo teléfono de rueda o las cartas, pues
era un poco complicado que no fuese descubierta la persona siéndole infiel a su
pareja, ya sea porque alguien más atendiese la llamada o alguien más abriese el
sobre… También antes, las personas de un pueblo solían conocerse todas ya fuese
sólo por el nombre o por el rostro, pero podían saber quién era.
Está claro que la
tecnología nos ha alejado de esto, se han venido creando distancias entre las
parejas que llegan a ser descomunales. Es como vivir en un mismo país pero
estar en ciudades distintas. El avance tecnológico nos ha hecho dejar de
mirarnos… dejar de mirar en general. Vamos por la vida atropellados, corriendo
de un lado para el otro, tomamos fotos a cosas que en unos días no
recordaremos… Hemos hasta inutilizado la memoria.
Hemos creado algo
que a pesar de que nos ha ayudado a mantener el contacto con personas que se
encuentran a una distancia considerable, también nos ha deshumanizado. Somos
mentirosos por excelencia, no sabemos decir que no o que si, según sea el caso.
Nos hemos convertido
en ilusionistas, decimos el típico "tenemos que vernos" y nunca lo
hacemos. Decimos "te quiero" y hace ya un tiempo que no lo sentimos,
sólo lo usamos para salir del paso o por recuerdos que tenemos a quien lo escribimos.
¡Eh! ¿Y quién ha
dicho que está mal dejar de querer? Hay personas que solo son transitorias en
nuestra vida. No tenemos que sentirnos obligados a decir te quiero o me haces
falta si hace ya tiempo que ni nos vemos ni nos hablamos. Y es que querer es
muy diferente de apreciar a alguien.
La tecnología
acerca, pero es más lo que aleja.
Yo en lo particular, prefiero el amor a la antigüa. Con largos paseos por la ciudad, con poesía y películas. Con domingos en la cama y miradas cómplices. El amor, honesto ante todo.
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