Érase una vez, en un
lugar muy cercano,
un niño y una niña
que vivían puerta con puerta.
Él se llamaba
"Siempre", era una chico soñador, amante de las leyendas
y que pensaba que
había un lugar donde los sueños se pueden hacer realidad.
Ella se llamaba
"Nunca", la típica chica realista, temerosa,
que siempre le
buscaba a todo su porqué
y que sólo creía en
aquello que podía comprobar con sus propios ojos.
Un día
"Siempre", aburrido del lugar donde vivía, llamó a "Nunca"
y le comentó que su
mayor sueño en el mundo era viajar y llegar al Sol.
Nunca llegarás, dijo
"Nunca", te caerás o, lo que es peor, llegarás y te quemarás.
Supongo que lo que
intentaba "Nunca" era quitar los pájaros de la cabeza que tenía
"Siempre" para que no se lastimara,
pero tal era el peso
de sus sueños y tantos pájaros tenía que llegó el momento en que todos a la vez
emprendieron el vuelo
y
"Siempre" se perdió en mitad del cielo.
Hay quien dice que
se cayó, otros que cumplió su sueño, incluso hay quien dice que se quemó y no
volvió de nuevo,
pero de todo esto
que pasó "Nunca" nunca lo supo porque echó raíces en el suelo,
y es que...
si siempre te dices
nunca, nunca será siempre.
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